El vuelo que no fue del águila
- Alejandro Castillo
- 1 oct 2018
- 2 Min. de lectura
El último clásico nacional se habría jugado el 3 de marzo de 2018 en el Estadio Akron, en Zapopan, Jalisco. José de Jesús Godínez adelantó al club rojiblanco, pero a Oribe Peralta no le tomó ni 5 minutos empatarlo. Después de más de 1 hora de sequía de goles, el resultado final habría sido 1-1.
211 días después, el Club Deportivo Guadalajara visitaría la catedral del fútbol latinoamericano. El duodécimo de la tabla en casa del tercero, pero en un clásico, lo que menos importa es la posición en la tabla.
Con Edson Álvarez suspendido y Diego Lainez en la banca, el Club América de México dejaba su destino en manos de jugadores más experimentados, con Aguilera y Valdez en la central, y Guido y Mateus como columna vertebral de la escuadra.
Despúes de un primer tiempo donde los porteros habrían sido los protagonistas, especialmente el arquero de las Chivas, Raúl Manuel Gudiño, que le sacó dos balones con oportunidad clara y dirección a gol al capitán azulcrema, esperaríamos un segundo tiempo donde los equipos saldrían a proponer y a ganar el partido, por que al final, todos quieren ganar un clásico nacional.

Y fue un minuto antes de cumplir la hora de partido, un desborde de Van Rankin, que mete una diagonal para que el selecionado nacional Alan Pulido empuje el balón a las redes.
El América presionaba y llegaba, varios tiros desviados, un intento de chilena de Paul Aguilar, habrían sido oportunidades que los azulcremas generaron. Pero después de todo eso, tras una pared con Roger Martínez, Oribe Peralta sacó un disparo al ángulo y Raúl Gudiño volaría como un Águila, para sacar el balón de la escuadra y hacer una atajada de otro partido.
Pero Herrera decidió sacar a Cecilio, que había fallado mucho, y dejar entrar a Andrés Ibarguen, que tras una jugada clásica de el con un recorte al centro y un disparo de pierna derecha, se encontraría con una pierna chiva para acelerar la trayectoria del balón y vencer al arquero rayado.
El partido estaría empatado a partir del minuto 81, y después de 12 intensos minutos, tras una jugada de peligro de Martín, que había entrado por Peralta, en la que Guidiño se extiende y derriba al yucateco, César Ramos no dudó y marcó la pena máxima.
Sin Oribe en el campo, el América empezaba a extrañar a Raúl Jimenez para cobrar los penales... ¿Quién cobraría el penal? Sería turno del colombiano Mateus.
Gudiño, con su 1.97, hace lucir la portería más chica, y movía los brazos para poner nervioso al cafetalero. Y lo logró. Mateus sacó un disparo potente, pero sin dirección suficiente para que Gudiño, que adivinó la trayectoria, pudiera rechazar el balón.
Una noche de lluvia en CDMX, finalizando el tercer trimestre del año, con goles, emociones y pasiones, culminaría en empate a un gol la edición #231 del Clásico Nacional, gracias al vuelo, que curiosamente, fuera del arquero del Club Deportivo Guadalajara.
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